PARA BELLUM

Las faldas de monte abantos contemplan desde la lejanía las amarillentas luces de la Villa de Madrid. Son casi cincuenta kilómetros los que separan San Lorenzo del Escorial de la capital. Algunos dirían que es una distancia prudencial. Otros dirán que está demasiado cerca como para que entre en el radar de aquellos que serán víctimas de la mayor, y más arriesgada, pantomima que el Maestro de Ceremonias ha realizado en sus casi dos siglos de existencia.

Ella trabaja deprisa y segura. Karma, de la casa y el clan Tremere apenas ha podido dar crédito a la propuesta del malkavian. Nunca, en todos sus años como usurpadora había visto que un hijo de malkav, y más un ancilla, entrase por voluntad propia en una capilla. Y mucho menos con una propuesta para un ritual. 

Jack, desprovisto de su característica chaqueta y su despreocupada sonrisa, se encuentra en el centro de un sinfín de círculos que brillan como un ambarino murmullo. Su cuerpo es un crisol de cortes matemática y cabalísticamente precisos que trazan un patrón. Ese patrón se encuentra apoyado por viejos clavos oxidados que le recorren las costillas, la columna y los ojos. Sus gritos de dolor casi parece que crucen los cientos de metros de roca granítica que los separan de la superficie. De esos jardines, patios y edificaciones que cubren la supuesta puerta del infierno bajo el Monasterio y Basílica de San Lorenzo del Escorial.

El ritual parece harto complejo. No valdría cualquier capilla. Afortunadamente, la capilla de Marduk, situada en el corazón mismo del monte abantos no es pecata minuta. Karma ha viajado mucho y en todos sus años de peregrinación en busca de poder, jamás ha visto tamaña agrupación de poder en un mismo sitio. Jack le ha jurado y perjurado que ese poder no les pertenece y como tal, no lo pueden romper. Pero si usar. 

Cuando los gritos del malkavian suben por encima de lo humanamente posible y las paredes comienzan a vibrar, la tremere empieza a dudar seriamente de esos juramentos. 

Uno a uno, los clavos van entrando dentro del viejo lunático. Diecisiete clavos en total. 

Antes de que el último de ellos entre, Karma entra en el círculo y lo sujeta con fuerza. Los gritos de la Tremere se suman a los del Malkavian mientras una explosión de energía lanza a ambos vampiros contra las paredes de la capilla, sepultándolos a ambos en la oscuridad y el silencio durante unos momentos. Poco a poco un murmullo rompe en carcajada mientras Jack, trata de recolocarse un brazo roto por el impacto. Karma, por otra parte se recoloca mientras se levanta y contempla satisfecha el ensangrentado clavo que hay en la palma de su mano.

Sin esperar un segundo el viejo malkavian se lanza hacia la habitación contigua, donde hay cuidadosamente encadenadas cinco personas. Dos de ellas no tienen ni tiempo de gritar, las fauces de Jack casi les arrancan el cuello en un frenesí de sangre que quedará para siempre quemado a fuego en los ojos de los tres tipos restantes. Al menos, durante el resto de su vida, y no tiene pinta de que vaya a ser mucho. Pues la Tremere, de normal pomposa y elegante, entra en la habitación despeinada, sedienta y empapada en vitae. 

…..

Una vez solos, los dos vampiros exhaustos se sientan en el suelo a contemplar la pobremente iluminada capilla mientras Karma juguetea con el clavo.

  • Sabes que si no funciona, te espera el infierno – el Malkavian la ignora- ¿Lo sabes no?

Jack sonríe divertido, para sí mismo, mientras mira al paraguas que descansa en una vieja silla, junto a su chaqueta roja. 

  • Sabes que… si tu y los tuyos no hacéis vuestra parte…me enfadaré muchísimo. 

El clavo desaparece en la manga de la usurpadora con un ágil movimiento. 

  • Me debes una Jack. 

Una mirada asesina cruza durante un segundo al malkavian que en un parpadeo pasa de estar sentado en el suelo a de pie, sujetando a la Tremere por el cuello.

  • ¡Y tu querido… Sistema Circulatorio… me debe una a mi. Estamos en…tablas!

La ira se disuelve en un segundo mientras Jack suelta a Karma, le coloca un poco el atuendo con modales de mayordomo y se encamina hacia su chaqueta.

  • Suerte Jack, la vas a necesitar.

Jack se pone despacio su chaqueta, sobre una camisa destrozada y unos pantalones empapados de su propia sangre. Hace un gesto teatral para fundirse con las sombras, dejando varias notas de su característico vals vibrando en el aire. Karma sonríe para sí, murmurando con malicia:

  •  Para Bellum.
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