Náufragos

Una espesa oscuridad inunda tu campo visual. Lo que hasta hace unos días fueron unos ojos que todo lo veían, ahora son meros adornos para contemplar el vacío infinito de una abundante e insondable oscuridad.

A veces algún aparato emite una pequeña luz , como una estrella fugaz, y te otorga durante un momento efímero un destello de información. Estás en una especie de almacén. Colgado del techo y desnudo. Una red de tubos se te clavan por doquier extrayendo tu querida vitae, mientras que un bozal te introduce un tubo directamente hasta el estómago, suministrandote un flujo constante de sangre. La sed te quema la garganta, pero estás saciado. Gordo como una vaca lechera.

Cada noche te despiertas, una vez más, en tu infierno particular. Los días pasan, pasan y pasan. Nada cambia. Tu única compañía son tus pensamientos. Pensamientos que te envenenan, te calman, te queman y te agitan en la intimidad de tu mente. Sabes que no estás solo. No. Casi podrías jurar que aquellos que cayeron luchando a tu lado están aquí contigo. 

Tus últimos momentos como individuo libre se repiten una y otra vez en tu cabeza. La Sota de Copas entrando en la casa. El caos. La vacua esperanza cuando Jack empaló a ese ghoul y el pánico siguiente cuando la Sota de levanto para derrotar, de un solo golpe, al viejo Malkavian. Desde ese momento todo se mezcla en una amalgama de poderes de la sangre, movimientos egoístas, cobardes y desenfrenados. Dolor, miedo, sangre y por último, oscuridad. 

Esa oscuridad lleva siendo tu única acompañante desde hace… ¿Cuánto ha pasado ya? ¿meses?

Pero esta noche… Esta noche algo ha cambiado. No estás donde siempre, lo presentienes. La oscuridad está ahí, pero es otro tipo de oscuridad. Y se oye algo a lo lejos… ¿Jazz?

GOLPE, GIRO, GOLPE

Alguien ha entrado.

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