Frances Germain era la hija única de unos comerciantes que murieron en un accidente marítimo. Ella, soltera y con treinta años, heredó toda su fortuna.

Viéndose sola y sin familia, Frances decidió formar la suya propia, pero no lo hizo de la manera convencional. Por alguna razón que nadie entiende aún, Frances adoptó en un mismo año a varios bebés que habían quedado huérfanos, todos nacidos en 1899. La ciudad entera se hizo eco de la nueva y disparatada familia Germain.

Sin embargo, con el paso de los años, Frances demostró que sus hijos eran felices y dichosos por haber tenido su suerte.

Sus hijos la veían a menudo taciturna y distraída, pero siempre tenía una sonrisa para ellos.

A medida que fueron abandonando el hogar familiar, una sombra hizo presa en Frances. Cuando se quedó sola de nuevo, viejos recuerdos y ecos del pasado la atormentaron. Hasta que tomó una decisión…

Envió a sus hijos una invitación para ir a verla y reunirse todos de nuevo. Nadie esperaba que aquella fuera su última reunión.